Por: Rubén González V. Head Hunter en Menahel Consulting
¡Hola nuevamente! Esta vez quiero reflexionar sobre la búsqueda de empleo y posterior contratación a través de los lentes de la empatía.
Podríamos definir una contratación exitosa de muchas maneras, no sólo por los resultados satisfactorios para ambas partes sino también aventurándonos a describir como sería un “matching” entre la compañía y las personas trabajarán ahí.
El interés mutuo genera la empatía
En términos prácticos, una contratación exitosa es la consolidación de un mutuo interés inicial entre las partes. Por supuesto subyacen aspectos de legítima conveniencia particular como la necesidad de la empresa de ser exitosa y del candidato por obtener un empleo con buenos beneficios salariales y desarrollo profesional. Pero si solamente consideramos el aspecto transaccional de la contratación, tarde o temprano enfrentaremos problemas de compromiso por parte del profesional, cuando este siente que puede encontrar mejores beneficios en otro lado, y que su compañía solamente toma su trabajo para un beneficio unilateral y por otra parte, desde la compañía comenzarán a sentir hastío con alguien que solo viene a buscar su remuneración y que no está dispuesto a involucrarse con los objetivos corporativos y ni aportar más que su presencia física en el horario de trabajo. En este punto la empatía entre las partes se pierde casi de manera permanente.
Esto sucede porque entre los involucrados no hay interés mutuo, más allá del intercambio de beneficios particulares. Para el profesional, la empresa es simplemente su fuente de dinero, y para la empresa el profesional es un engranaje más del sistema corporativo.
Construir empatía es clave para humanizar las relaciones laborales. No solamente desde la empresa hacia los profesionales, otorgando un puesto de trabajo de calidad para quienes integran el staff, sino también con el honesto interés del profesional por participar de un equipo, aportando sus conocimientos y habilidades. La empatía profesional se manifiesta cuando al profesional le interesa personalmente que a su empresa le vaya bien y la empresa está realmente interesada en que a sus profesionales crezcan y se sientan dignificados bajo su alero.
Definiendo expectativas
Idealmente, la construcción de este interés parte por definir previamente a la contratación las expectativas de ambas partes:
Un buen profesional debe preguntarse si se identifica con la misión de la empresa y si considera que la corporación le abre las puertas a un mejor futuro profesional. Al mismo tiempo, tiene la responsabilidad de preguntarse si realmente puede aportar en a entorno que, si o si, será competitivo en contexto de mercado actual, y si está realmente dispuesto a desarrollar las herramientas necesarias para triunfar y disminuir sus falencias que le impiden llegar más lejos. A fin de cuentas, el profesional debiera estar interesado en que su empresa triunfe, lo cual implica crecer y dar lo mejor de sí, partiendo por el simple hecho de el otro asumió el riesgo de invitarte a formar parte de su equipo.
Por otra parte, la compañía debiera preguntarse si está dispuesta a aportar más allá del sueldo en lo que el profesional necesita para crecer, entendiendo que mientras sus colaboradores se desarrollan y mejoran, al corporativo mejor le va. Las charlas y outdoors ayudan sólo si hay una voluntad genuina del corporativo por transmitir valores. Hoy en día, cada vez más las buenas empresas y sus líderes logran conectar con el mercado, cuando demuestran que tienen una razón de ser mucho más profunda que el beneficio que obtienen de su giro. En esta misma línea logran que sus profesionales y ejecutivos empaticen con ellos de vuelta y se sientan realmente orgullosos de pertenecer a la marca. A fin de cuenta la empatía parte por la comprensión de todos que más allá de la estrategia corporativa y las metas personales, las interacciones profesionales siguen siendo relaciones entre personas.
¡Éxito!